Primeros poemas




PRIMEROS
POEMAS


Alejandro Santiago Oltra Sangenaro



Esta obra ha sido publicada a través de Amazon y tiene derechos de autor; por tanto, está prohibida su reproducción total o parcial, por cualquier medio o procedimiento, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del autor. Toda forma de uso no autorizada será perseguida conforme a lo establecido a los derechos de propiedad intelectual.
  
© Alejandro S. Oltra Sangenaro, 2017


Si quieres adquirir el libro puedes hacerlo mediante Amazon.es clicando aquí o pedirlo al propio autor mediante su e-mail: alejandrosantiago17@gmail.com






–Muestra–







Bella rosa rubia



Debo decirte, rubia rosa,
que aunque seas tú dura
mis palabras son blandas,
y a pesar de tu poco ofrecimiento 

es lleno mi corazón.
Te diría que
no olvidaré el primer
beso
si me lo hubieses dado,
te resumiría lo que voy a decirte 

si supiera
lo que voy a decirte,
pero nunca diré
por qué
me enamoré de ti,
puesto que no lo sé.
Todos afirman que eres bella; 

para mí la que más,
pero te aseguro que mi afecto
va más allá de tu apariencia,
es umbral de algo superior,
pues el amor no está en la belleza, 

sino la belleza está en el amor. 






Aquí estoy yo




Pero aquí estoy yo,
entre poemas y
películas de amor,
para saber cómo buscarte, 

buscando pistas para encontrarte, 
sediento y sin convicción ya, 
porque a lo peor no existes.

Y aquí me tienes,
plan sin devoción,
libro sin páginas.
Mi sombrero me resguarda 

de la sombra de la locura, 
por lo que ando sin luz,
y me deslizo,
y me vuelvo a incorporar, 

porque,
con un poco de suerte,
a lo mejor existes. 







¿Volver a tu lado?




¿Quién te dijo que yo te quería? 
Santo tiene que ser.
Pues curó esta alma que sufría; 

dándome tu querer.

Antes un fuego incesante 
incrementaba la luz de la luna, 
que me recordaba potente
esa tierna caricia nocturna.


Abrazamos las estrellas
co
n un simple “te quiero”,
y maldije mi amiga Soledad
que me arrastró todo este tiempo.


¿Cómo no volver a tu lado?,
si mi destino es de tu mano la silueta, 

si mi muerte es de ti tu ida
y mi vida es de mi tu vuelta. 







Bailo el baile del solitario




Dos y uno me hacen uno 
y en lago de los cisnes 
bailo el baile del solitario. 
Con olas del rechazo
me veo solo en el lago,
y en el reflejo una maldita pareja, 

bailan juntos un tango.

Cuando abandone mi sueño
sabré que mi tumba aún está por llenar. 

El día que me muera
tendré la compañía de varios gusanos
y la misma eterna soledad.


Una campanilla por si viniera oquedad,
un huevo por si naciera el cisne.
Hoy miro mi cruz y la veo triste,
y no miro más por la ajena sinceridad
por si me traiciona de nuevo en el mismo desfile. 






Pacto con el diablo




¿Cómo, señor diablo,
hacer pacto con usted?
Convencerle quiero,
yo a su majestad, para…
para eso.

Quiero morirme por verla,
señor diablo, una,
aunque sea una vez,
para morirme por verla.

Quiero no poder dormir,
sólo por recordarla,
sólo aunque sea en mí,
en mi cabeza. A ella,
por favor, señor.

Me han dicho que usted
cambia almas. Yo
quiero negociar, con ti,
pero es que no tengo,
no me queda alma ya.

Escuche, primero
llámela, ya verá,
ya, cuando la mire,
me entenderá,
como yo, entonces,
tampoco tendrá alma para dar.



Eco del abismo



Tengo un abismo
dentro de mí,
no sé si tirarme
o si taparlo.
Miro y miro
y no hay puente aparente.
Pregunto al eco si me tiro:
–¿Me tiro?
–..Me tiro..
Zoquete el eco de mi interior;
aconseja sin gran opción.
Vuelvo a hacer pregunta
a la necia voz de mi corazón:
–¿Hay alguien ahí?
–..Hay alguien ahí..
–¿Entonces por qué no se muestra,
maldito amigo sin distinción?
¿Es porque poco caso hago
escasa vez que grita de mi interior,
o es porque soy hombre sin oído
cuando le habla su propia voz?
–…es porque soy hombre sin oído
cuando le habla su propia voz.








Caparazón



Fue abrazo de despedida
y un adiós
para volver.
Me anticipé,
claro,
a coger el pañuelo de mi tristeza,
el que bebe de mí
y el que oculta mi pesar.
Caparazón
mi corazón,
que alberga tumbas de idas y vueltas,
carteles de bienvenida,
memorias de vidas

y esperanzas devueltas.






Tú y la lluvia



Canto bajo la lluvia,
repetidamente,
la misma melodía,
con la misma letra.
No me fijo en la hora,
ni en si estoy mojado.
Las gotas cantan
            junto al reloj,
tic,     tac,   toc,    tic;
            te quita       a ti,
de mí, de la cabeza mía,
mientras voy…
…¡y otra vez entras en mi mente!
ocupándola, muy recelosa tú,
mientras, yo           chafando
             charcos
                       chachos,
y tú, que     chasqueas
                                   chicos,
            como            chuchos…
                                               ¡y achís!
Otra vez, desapareces,
me vuelvo a centrar en la lluvia,



olvidándome de ti,
relajándome,

            viviendo.






Mis días



Abro los ojos:
vuelvo a ver el sol del infierno.
Sólo quiero ser solo,
estoy cansado del cansancio,
y me arrimo al balcón
e imagino dar un paso.
            Pero no,
y vuelvo atrás para seguir adelante.
Quiero dos,
únicamente dos ojos,
y ser tu amante,
pero la luz ya no importa,
parece ingrata,
y tampoco los ángeles;
ya nada echo en falta.
            Y es esa falta,
la que no quiero y necesito,
la que mece mi cuerpo al seguir tu hilo.
Escribo otra poesía,
para dejar clara mi agonía,
y pienso en mi profesor,
y en mi familia,
y en que me honren como un campeón
cuando sea ceniza.
            Deseo ser reconocido,
cuando muera,
y que valoren mis penas cuando les lluevan.
El viento sopla demasiado,
enfurecido,
y arrastrado avanzo en la aguja del reloj,
ése es mi sino.
            Pienso, luego existo,
y existo pensando una cosa:
“¿para qué existir,
si sólo pienso en ir?”.
No, ya no hay ánimos,
para este ánima,
y espero que sea mejor,
la otra vida,
pues pasan los años
y no gusto de los días.

Cuando abro los ojos
            no sale una vista,
                       y se derraman, por la mejilla,

                                   lágrimas imprevistas.














Sines



Puntos de vista ciegos,
cartas de amor sin letras,
canciones sin música,
declaraciones sin amor.

Sueños sin noches,
puertas sin pared,
ilusiones desconocidas,

yo sin ti.






Yo y mi manzana



Yo ya fui gusano entre manzana,
roja.
En el valle del Edén
yo serpiente diminuta.
Dientes son cuchillos,
tuyos, como espadas,
que lo travesaron,
este pequeño corazón,
de gusano, evidentemente.
Sin saberlo, no me disteis
ni tiempo ni amor.
Yo, ahora…
… bueno, sólo medio yo,
solamente con rabia,
pues no os fijasteis, en mí.
Ímproba fémina,
que ahora mazáis,
también en mi corazón,
o lo que queda:
medio corazón;
ahora mazáis, con manos
de uñas largas,
arañándome a mí,
mezclando mis penas,
mis sesos, que hacen
estos, por ende,
de otro color la manzana,
mi manzana.
Ahora es brillante la poma,
y refleja tu inconsciente homicidio.
Hoy en día es áureo, tu fruto,
este fruto, mi fruto,
como si fuera mal regalo, tuyo,
que lo es, como de Eris, regalo malo;
como presente robado a las Hespérides.
Tú has hecho eso de mí,
has creado esto, mi corazón,
ya no entero, sino
por tu culpa medio,
sólo medio,
y ya no sé si con o sin amor,
pero eso sí,
cojo y con mucho,

muchísimo dolor.













Viva los cuentos



Raro. Me despierto.
Estoy en una casita,
de chocolate,
con una cama pequeña a mi izquierda
y una grande a mi derecha.
Observo el techo de jengibre
y al salir, me encuentro
un zapato de cristal…
qué cosa…
un mensaje dentro:
“Sálvame, dame encuentro”.

¿Cómo? Me pregunto.
“Ahí va”, dice mi gato
con botas y capucha.
¿Qué va?
¡Puf! Un caballo.
Me lleva hasta un castillo encantado,
y me dice una bruja
que si quiero ganar
a la princesa he de rescatar.

Que alguien me ayude.
Ahí vienen los enanitos.
¡Paf! ¡Polvos mágicos!
Ahora ya puedo volar.
Sin espada y sin sudor,
sobrevuelo el gran dragón.

Ya he llegado,
a la alta torre.
–¡Qué princesa,
más bonita!
–Para engañarte mejor.
–¿Si te salvo,
serás mi prometida?
–Sí.
¡Ahí va otra mentira!

Sin caballo y
con princesa
(ahora de larga nariz)
advierto otra presencia:
aquí viene una perdiz.

Comeremos hamburguesas,
palomitas y estrellitas.
Lo difícil será topar caseta.
–Aquí hay una de madera.
–No que el lobo la romperá.
–Aquí hay otra de paja.
–No que el caballo la comerá.

–¿Espejito, espejito,
cual será mejor caseta?
–Si lo dices por colgarme:
una de piedra.
–¿Y si quiero ser feliz?

–Da media vuelta y                  despierta.






Rescátame, princesa



Rescátame, oh dulce princesa,
abandona tu castillo,
abandona tu familia,
ven y dame un beso.

Rescátame, oh dulce princesa,
que me rocen tus caricias,
déjate ser mía,
ven con tus delicias.

Rescátame, oh dulce princesa,
no me cambies por tu caballero,
no hagas caso a tu rey,
déjame ser tu crimen perfecto.

¡Rescátame, oh bella princesa,
y te haré una corona de amapolas!
¡Haz de mi tu alteza, princesa,

y comeremos perdices entre rosas!







Esto pasa sin secreto
                                      


Yo lo lloro en silencio.
En mí alguien lo calla sonriendo,
sin ganas,
pero sonriendo.
Ansío aquello con rabia,
pero al menos no lo echo en falta,
pues el cielo todavía
no he tenido el gusto
de tener en mis palmas.
Yo lo envidio de otro,
mientras otro,
por lo visto,
lo ignora sin miramiento.
Sería un privilegio
tener tal gozo entre mis manos,
¡ojalá fuera yo brujo o diablo!
…quién fuese Él para alcanzar tal hallazgo…
Sé, no obstante, que no soy Dios,
mas aun así intentaré hacer milagros.

¿Por qué,
Destino,
por qué?
¿Cuál es mi pecado?
¿Por qué he de sufrir tanto,
Señor?
¿Es éste en verdad mi sino?
Sabedor soy:
por naturaleza las lágrimas
no están hechas para la dicha,
están hechas
para la parte triste de la vida,
para el lado sin goce y sin sonrisa,
mas aun así yo intentaré llorar de alegría.

Esto pasa,
simplemente se alarga,
se pasa y se vuelve a alargar
para volverse a acabar.
Esto es desear
mientras espero,
es sufrir para reír.
Unos lo llaman tiempo
y otros lo llaman vida,

mas aun así yo lo llamaré poesía.




Ladrar por ladrar



Este perro ya ladra por ladrar.

Este perro ladra
por calles colmadas, desiertas,
oscuras, cegadoras,
ladra e invoca a su amo,
pero no aparece,
y aunque otros se prestan
no es lo mismo,
pues el primer amo se puede olvidar,
pero el amo que ha amado
es demasiado amado para olvidarlo.

Este perro ladra
y busca una correa a su collar,
busca la correa de su collar,
de su cuello,
pero sigue ahogándose:
se ahoga sin ella.
Sus ladridos hacen eco,
pero el eco no es suficiente,
y aunque continúa con brío,
el esfuerzo no es suficiente;
como la esperanza,
que tampoco es suficiente,
como la lealtad,
que tampoco ha sido suficiente.

Este perro ladra,
impasible,
y enfadado con su suerte
se rebela en una carrera
sin meta,
sin motivo,
pero con desazón.
Raquítico, convulso,
busca en los rincones más inmundos,
rastrea para hallar lo que una vez tuvo,
lo que no sabe dónde está,
lo que sabe dónde no estará,
y aquejado de sus funestas penas,
se rasca las pulgas,
las que le recuerdan lo que era no tenerlas,
las que le traen a la memoria
lo que era estar alimentado.

Este perro ya ladra por ladrar,
pues sabe que su correa ya no encontrará.
Este perro ya busca por buscar,
ya anda por andar,
ya llora por llorar.
Este perro es mi corazón,

que ya ladra por ladrar.





Hola, papá y mamá



Hoy daré un beso a mis padres
y abriré mi corazón a su magia.
Gritaré al cielo
que ellos son más grandes,
y que no existen dioses ni mares
a ellos comparables.

Rezaré por su existencia,
viviré por su vida
y brindaré por su mirar,
y así la flores llorarán de alegría
y las palomas para honrarlos volarán.

Cuando se haga de noche
velaré por su seguridad,
y aprovecharé para pedir a las estrellas
que con el susurro de la brisa
les envían sueños de felicidad.

Hoy firmaría un pacto con el destino,
pues cuando muera
me gustaría que el tiempo volviese atrás,
y que al abrir de nuevo los ojos

pudiese decirles otra vez: hola, papá y mamá.







De almas errantes



¿Tan bien están allá arriba,
que nadie da media vuelta una vez se ha ido?
¿Qué hay, aparte de nubes?
¿Ángeles? ¿Vino?
No sé si placer o gloria,
mas por lo visto
allí, en esa otra vida,
hay más dicha que congoja,
hay más vida y más euforia.

Es entendible que los del submundo
no regresen,
pues los páramos de las almas errantes
a larga distancia se supone que están,
e indistintamente de si entre llamas o titanes,
o entre glaciares o vendavales,
seguro es que no volverán.

Sin embargo
tengo yo una duda existencial:
¿cuál será mi morada?
¿Dónde descansará
mi sombra condenada?
¿Gozará de sosiego,
o será eternamente atormentada?
A muchos dejaré,
como los otros han hecho,
mas una cosa sin duda
no olvidaré:

tu amor, lo prometo.






La vela infinita



Una vela color sangre
se alza infinita en lo infinito.
Su llama, lo tuyo.
Su cuerpo, lo mío.



Lágrimas rojas se despiden al abismo.
Un vacío oscuro las espera;
un vacío oscuro, las rehúye.
Un viento vuela con dinamismo,
ruge, y silba, y se altera,
mas la vela exánime no destruye.

Una vela color sangre
se alza infinita en lo infinito.
Su llama, lo tuyo.
Su cuerpo, lo mío.

Hombres intentaron extinguirla;
dioses coronarla y superarla;
ni la Nada pudo hacer nada.
Nunca habrá quien pueda resistirla;
nunca nadie podrá derribarla;

ni yo, creador, la veré sosegada.


Una vela color sangre
se alza infinita en lo infinito.
Su llama, desastre.

Su cuerpo, suplicio.





2 comentaris:

  1. Hola Alejandro! Ya te sigo de vuelta y me gusta leer poesía ,un placer, nos leemos

    ResponElimina
  2. Hola, Alejandro. Contenta de tenerte en mi blog y de conocer a un poeta. Te leeré encantada.

    Un beso y feliz noche.

    ResponElimina